Nueva Villa

"Para sus moradores, la ‘isla’ ha sido sobre todo equivalente al ‘mundo’. Las islas, cada una de ellas, constituyen un verdadero continente para sus habitantes. Es éste un fenómeno bien conocido y estudiado por la Geografía de la Percepción y la Psicología Ambiental en muchos lugares; y nos puede resultar familiar a los insulares a poco que nos miremos a nosotros mismos con un poco de conciencia crítica. En tal sentido, el viejo eslogan de ‘continente en miniatura’, empleado antaño para la promoción turística de algunas islas del Archipiélago, se podría aplicar no solo a la diversidad ecológica y paisajística intrainsular, sino también a este efecto de ‘continentalización’ del espacio habitado y percibido de forma inmediata."


Fernando Sabaté Bel


Revista: Rincones del Atlántico


Artículo: "La isla-continente que quisieron convertir en continente-isla"

Como casi cualquiera, tengo un mapa mental del terreno en que me muevo en las coordenadas espacio-tiempo. Sé por dónde va a salir el sol y por dónde ponerse, y hasta soy consciente de su oscilación a lo largo del año, de cuándo la luz llega a iluminar determinados sitios, dónde están el norte y el sur... me costó más asociar esos puntos cardinales con lugares fuera de la isla. Sé que actualmente haga lo que haga tardaré una hora en llegar a la capital insular; por el norte lo que gano hasta Hermigua lo perderé allí en la travesía, por el sur lo que gane por las suaves laderas del sur lo perderé en las sinuosas curvas del monte quedando el resultado en más o menos lo mismo. Nos adaptamos a nuestro espacio y lo tomamos como referencia.
La historia de las ciudades, grandes o pequeñas, tienen un punto de origen común; nacieron de una oportunidad. San Sebastián de la Gomera, la Villa para los isleños, nació por oportunidad; una ventosa bahía natural ideal para los barcos de vela de la época y con privilegio... por algo la llaman villa.
Tanto el viento como el privilegio continuaron en el tiempo y forjaron el caracter villano, lleno de sutiles relaciones donde el padre es también compadre. De forma parecida así también se formaron los caracteres del norte, de las medianías... pero nunca llegó a formarse un caracter insular reconocible, sólo tal vez fuera de la isla, en la Octava que sí era en propiedad parte de un continente pero miraba a sus hermanos desde la distancia de una ilusión que no fue nunca verdad.
Pero todo lo que nace está avocado a crecer y evolucionar y la Villa no es una excepción, como así tampoco parece ser una excepción en su evolución pues en cierto sentido está repitiendo las pautas del urbanismo en España, eso sí, con los preceptivos "cuarenta años de retraso histórico" que pregona el gobierno autonómico que es nuestra edad de desarrollo, esto es los preceptivos tres pasos; terciarización, deterioro ambiental y dualidad social. Por resumirlo fijándose en Santa Cruz de Tenerife, un Plan Urban en chiquitito.
Así, la Villa crece como si emulara a Nueva York; absorbiendo recursos, gentes e inversiones. Lo único que, parafraseando a Felipe González cuando criticaba el "España va bien" aznariano... "(la Villa) va, lo que no sabemos es a dónde".
Lo curioso es que todo eso es producto de un atavismo histórico que nos recuerda por un lado el recelo entre los costeros y los del monte, y por otro nos avergüenza recordándonos el clasismo que una vez creyeron haber ahogado en el mar. Y todo eso pasó en un sitio tan pequeño pero con tanto continente.

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